Cuarentena en Campeche
Mis incertidumbres eran las incertidumbres de las personas que estaban a mi alrededor. Ya que no teníamos respuestas certeras, al menos tomémonos unos segundos para sentirnos mal por eso.
Marcia Estefanía Juárez
Marcia Estefanía es alumna de intercambio en la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales (ARPA) BUAP. Proveniente de Argentina, actualmente cursa la materia de Proyectos Interdisciplinarios.
Durante este periodo de contingencia sanitaria a causa de la pandemia COVID-19, Marcia ha experimentado la incertidumbre, el miedo, al encontrarse varada en un país ajeno a ella, pero también el apoyo, la fraternidad y el amor. Esta combinación de emociones la externa de forma creativa con un video testimonial que nos lleva a estar en sus zapatos y nos ayuda a sentirnos acompañados en este periodo complicado. Te invitamos a verlo.
El proceso creativo de Marcia
Marcia nos comparte un poco del proceso que siguió para poder desarrollar este proyecto, demostrándonos como el arte nos da sanidad y nos acompaña durante los momentos más complejos, dándonos un propósito, a la vez de un escape.
Está de más decir que tenía otro plan para este proyecto -uno de tantos planes, que no verán la luz- y la propuesta resultante dista mucho de lo que me propuse en un principio. En el proyecto de COVID de la BUAP que se nos propuso esta semana tuve un atropellamiento de ideas sobre qué se podría decir que tuviese un aporte a la sociedad, descartando acciones por la cuarentena, pensando en un discurso que no fuera paternalista. Le di vueltas a la situación por unos 40 minutos y en mi cuaderno aparecieron estas palabras: ansiedad, salud, miedo, incertidumbre, aislamiento, paz mental…
En la lista había más palabras negativas que neutrales o positivas y no tenía sentido decirles a otros cómo debían sentirse, sí yo misma no me sentía capaz de aplacar mis propias emociones.
Normalmente trabajo con creación de personajes y caracterización en formato bidimensional, pero en este caso el conflicto del mensaje a transmitir se reflejaba en el proceso. ¿Qué es lo que debo decir a los otros? ¿Que van a estar bien…? Todo el tiempo trato de convencerme de que voy a estar bien y no logró convencerme del todo, porque la ansiedad me sobrepasa. Me pareció más o menos trabajar admitiendo que no había una respuesta a esta situación y que nada estaba resultando claro. Recordé que unos días antes le había dicho a mi novio que sentía como si hubiese jugado todas mis cartas, que ya no había nada que yo pudiera hacer que no hubiese hecho y que sólo me queda esperar y la espera duele mucho. Ahí resolví la primera instancia del trabajo, utilizar formato de stop motion para realizar una animación de forma que el mensaje se viese secuenciado. Y que el soporte sería una baraja de cartas intervenida con pluma correctora y plumón negro. Ya que tampoco tenía muchos materiales a mi alcance. De esta forma el proyecto se resolvió con un celular y 50 pesos.
Ya decidido el soporte y el formato; en simultáneo iba procesando el tema en mi cabeza. Me costó decidir trabajar en mi autobiografía. No es un género al que adhiera, porque siempre sentí que para hacer un trabajo autobiográfico se debe tener una vida trágica y/o interesante para fomentar mayormente el voyerismo del lector. Incluso después de hacer el guion aceptando exponerme no estaba del todo convencida. Me sirvió mucho el texto de teatro ojo donde decía sobre el formato autobiográfico “la lógica de esa confesión es una lógica compartida. Qué no funciona para reafirmar a un sujeto único, sino que lo ata a los demás de forma ficticia y manteniéndola muchas veces.”
Efectivamente acabé de filmar y lloré, a su vez la familia me dio apoyo. Le envié el video a mis padres que a su vez lo enviaron a familia y amigos y, en base a lo que me dijeron, me di cuenta de algo: pese a las muchas veces que les había explicado mi situación, recién pudieron tomar dimensión de cómo me sentía hasta ver el video. Mis primas me dijeron que por fin comprendían como lo que estaba pasando. Y eso me llevó a reflexionar sobre el concepto de entendimiento desde una mirada racional y una emocional: la primera se entendía a un aproximado a través de los datos que aportaba, la segunda en cambio cobraba sentido a través del video con las emociones expuestas con imagen, sonido y edición. Repetí el experimento enviándoselo a amigas y a mi psicóloga; las respuestas fueron similares. Varios me señalaron el llanto como una reacción a la experiencia. Cuando indagué, me alegró saber que ese llanto era un llanto a la situación, a la sensación de ansiedad que estábamos compartiendo en la distancia. Mis incertidumbres eran las incertidumbres de las personas que estaban a mi alrededor. Ya que no teníamos respuestas certeras, al menos tomémonos unos segundos para sentirnos mal por eso.
Desde que comenzó la cuarentena nos bombardean con el hacer, el “ser productivos”: “ideas para la cuarentena”, “películas para distraerse”, “continuar con la vida normal desde casa”. Seguí algunos artículos relacionados con esto, sobre cómo no nos tomamos unos segundos para sentir (y tenemos mucho tiempo para sentir), sobre cómo estamos angustiados, preocupados. Y nos merecemos tomarnos el tiempo para reflexionar y admitir que tenemos miedo y que quizás el ser productivo puede esperar a luego de llorar y sentirse un poco mejor tras hacerlo.
La experiencia de este vídeo me acerco a mis seres queridos. En estos términos, nos permitió un momento de unidad para admitirnos impotentes ante la situación del COVID. Entonces, por unos segundos, pude dejar ese estado admitiendo que no había nada a mi alcance que pudiese hacer, más que cooperar desde nuestro aporte comunitario guardando la cuarentena.
Me gustaría saber que puedo o pude aportar con esto al departamento de psicología desde una experiencia emocional particular que es a su vez un estado compartido por muchas personas. Somos cerca de 1,100 argentinos varados en México con historias semejantes a la mía y replicándose también en todo el mundo. Por eso la escena de las manos y la limpieza con alcohol en gel la resolví a lo último como una forma de hablar de la distancia social. Nos recuerdan todo el tiempo que nos mantengamos separados en las calles y también es importante mantenernos unidos dentro de los hogares. Encuentro mi mayor experiencia interdisciplinaria al compartir mi vida con gente a la que apenas estoy conociendo y que me sostienen desde la buena voluntad. Experiencia que nunca había vivido ni había pensado vivir. De esto resulta una experiencia humana y que a pesar de todas las cosas malas que ocurrieron, refuerza mi sentimiento por la sociedad mexicana.
A futuro estuve pensando la posibilidad de realizar una historieta como crónica de mi viaje. Una vez que esté en casa, podré mirar hacia atrás y ver si existe algún valor social que valga la pena escribir y aportar desde mi experiencia.